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¿Cuál es la mejor forma para que los niños aprendan?

Conocer, saber y aprender son actos complejos que no pueden reducirse al acto mecánico de repetir información, ni tampoco significan adquirir pasivamente conocimientos. Aprender nos moviliza, nos cambia y conecta con el mundo interno mientras nos permite intercambiar con otros.
Debemos hablar del aprendizaje como una experiencia y no como una meta a la que llegar. El aprendizaje no nos prepara para el disfrute, el aprendizaje debería SER un espacio de disfrute.

¿Cómo acercar a los niños a experiencias de aprendizaje significativo?

Lo ideal es acercarles cuentos, juguetes, experiencias para que los usen y puedan encontrar opciones para apropiarse de eso mientras van discriminando aquello que no les agrada o resuena. La propuesta está en ofrecer materiales y momentos que estén disponibles para que los puedan redescubrir cuando lo requieran y no solo cuando los necesiten como instrumento frente al aburrimiento.

Se requiere para ello de establecer una base suficientemente1 segura para poder hacer una sana apuesta al aprendizaje. La conexión con sus adultos referentes encuentra también efectos en el aprendizaje.

Cuando los psicólogos hablamos de que aprender está lleno de sentidos, nos referimos a poder entender cómo se nos ha presentado la información del mundo que nos rodea (siguiendo una de las labores más importantes citadas por el Dr. Donald Winnicott en cuando a las funciones parentales), por ejemplo:

 ¿es el mundo un lugar seguro o más bien un lugar amenazante?

 ¿nos han invitado a explorar o han cerrado los caminos?

 ¿nos han mostrado el mundo poco a poco o ha sido todo y abrumador?

 

Así, podremos evaluar también cómo el niño se va relacionando con lo que le es presentado y qué hace con esos aprendizajes en su mundo. La experiencia de aprender debería ser satisfactoria en sí misma. Como dijimos en un cuando hablamos de las dificultades de aprendizaje “aprender se trata de un entramado de relaciones significativas”, articulando factores internos con variables del mundo exterior, por lo que no podemos reducirlo a si aprendemos o no aprendemos, más bien sería cómo, por qué vías y cuáles disfrutamos más.

El espacio de aprendizaje puede ser una conquista, pero también puede ser un refugio o un síntoma si localizamos allí alguna dificultad que impacta en su funcionamiento. No podemos entenderlo como algo aislado del lugar que ocupa ese niño en la casa, en la familia, en la escuela, en otros grupos.

El niño necesita poder organizar una realidad segura sobre la cual desplegarse, un espacio independiente donde intercambiar vivencias que puedan dar lugar a formas diversas y enriquecedoras de aprendizaje.

Más allá de la técnica

No existe un modo “correcto” de aprender. Pasará por entender que aprender involucra un deseo y moviliza numerosos aspectos de nuestro mundo interno y de la interrelación con otros. Lo ideal será escuchar las formas en las que los niños están comunicándose, a la vez que abrimos un espacio para valorar el potencial de aprendizaje en su versión propia y cómo los adultos les acercamos alternativas para que tengan experiencias de éxito que impacten positivamente en su individualidad.

La motivación para aprender a leer, por ejemplo, tendría que partir del disfrute, no de la obligación. ¿Cómo? Apostando a encontrar su aspecto lúdico, conectarse con los aspectos buenos, con la creatividad para jugar con las palabras, los sonidos, las formas en las que otros se incluyen en el texto, poner en juego cómo el niño comparte o acerca a otros lo aprendido, todo ello para lograr crear una experiencia significativa que se aloje en un lugar seguro. Así, los libros podrán ser una compañía que permitirán que se cree un lector activo y vivo, y nos iremos alejando de los libros como un lugar de terror o que genera sufrimiento.

Aprender es una apuesta, implica aceptar la idea de que algo nos falta y la invitación a querer acercarnos a investigarlo, por lo que, aunque hemos hablado de los aprendizajes iniciales, esta apuesta sana debe continuar por el resto de la vida adulta. Si tienes dudas sobre cómo está cursando el proceso de aprendizaje algún familiar o detectas dificultades en esta área, podemos ayudarte.

 

1 término tomado de la “madre suficientemente buena” del Dr. Winnicott.
Referencias:
Del Olmo, J. (2021). La clínica con Winnicott. Elementos para un psicoanálisis contemporáneo. Editorial
Entreideas.
Winnicott, D. W. (1968). El uso de un objeto y el relacionarse mediante identificaciones. Exploraciones
psicoanalíticas, 1.
Winnicott, D. W. (1965). El niño y el mundo externo. Hormé-Paidós.

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