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Las dificultades de aprendizaje en el niño: una mirada integral

“Mi hijo no aprende”.
“Se frustra mucho en el cole”.
“Le cuesta mucho concentrarse”.
“Se enfada cuando tiene que hacer los deberes”.

A medida que los niños van creciendo, también crecen las demandas académicas y con ello pueden empezar a aparecer algunas dificultades en la escuela. Los motivos de preocupación rodean problemas en la adquisición de hábitos, fallas en los procesos de atención, memoria, motivación, lenguaje, percepción, procesamiento de la información, la presencia de conductas externalizadoras y de descarga, o aislamiento e inhibición.

En un primer momento, será fundamental hacer una valoración clínica para entender el contexto de la presentación de las alteraciones. Sin embargo, las dificultades escolares no se dan exclusivamente en el marco de un diagnóstico, ni se presentan aisladas del niño que las atraviesa.

El aprendizaje está conectado con los afectos

Aprender es mucho más que repetir, recibir o almacenar conceptos, es un acto complejo que representa un encuentro y un descubrimiento.

Para aprender hay que involucrarse y abrirse al interjuego emocional con otros, pues requiere:

  •  “Movilidad de afectos” (Dra. Analía Wald).
  • “Disponibilidad psíquica que revele la existencia de un deseo” (Dra. Silvia
    Schlemenson).
  • Un ambiente (casa-escuela-otros) “suficientemente bueno” (Dr. Donald Winnicott).

Se trata de un entramado de relaciones significativas con aquello que es aprendido, con quienes enseñan, con el propio mundo interno y con la valoración otorgada a eso que se adquiere y hacemos propio. Por ello, no lo podemos reducir a una valoración cuantitativa, a un desempeño concreto ni mucho menos a la medida del “esfuerzo”.

El niño y su mundo interno

Así como pasamos de lo lúdico al aprendizaje formal, también éste se puede tornar una tarea angustiante, cargada de expectativas inalcanzables, frustraciones intolerables o miedos que hacen de lo escolar un lugar de amenaza a las propias potencialidades.

Niños que presentan:

  • Estado de ánimo bajo
  • Ansiedad de separación
  • Inhibiciones
  • Desesperanza
  • Duelos
  • Importantes niveles de rabia
  • Conflictos en el hogar

Empezarán a manifestar alteraciones en sus formas de entender el mundo, relacionarse con los conocimientos, con los compañeros, maestros y escuela, lo que impactará de manera directa en la forma en la que construyen sus espacios de aprendizaje.
En este sentido, encontramos una primera alerta que requiere de un abordaje integral (¡!)

“UN NIÑO QUE ATRAVIESE UNA PERTURBACIÓN EN SU ESTADO SOCIOEMOCIONAL NO PODRÁ CONECTARSE POSITIVAMENTE CON LA FUNCIÓN DE APRENDIZAJE SI NO ES ATENDIDO EN LA GLOBALIDAD DE SU MALESTAR, SI SOLO TRABAJAMOS EN LA REPRODUCCIÓN DE LAS LETRAS O EN EL ACTO MECÁNICO DE SUMAR, DESLIGANDO LO QUE ÉSTAS DIFICULTADES IMPLICAN PARA SÍ Y EN SU ENTORNO”.

Por ello, se requiere que ampliemos la mirada y prestemos especial atención al niño más que a su dificultad, que escuchemos su sufrimiento, le ayudemos a articular sus recursos y seamos capaces de enmarcar el trabajo terapéutico desde la restitución de esas relaciones significativas que permitan progresivamente la apertura a los propios modos de aprender.

Referencias: 

Schlemenson, S. (1996). El aprendizaje: un encuentro de sentidos. Kapeluz.

Wald, A. (2022). Problemas en el aprendizaje: psicoanálisis, complejidad y abordaje interdisciplinario. Conferencia del Congreso internacional de investigación en psicoanálisis debebés, niños y adolescentes.

Winnicott, D. (1993). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador: Estudios para una teoría del desarrollo emocional. Paidós.

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