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CUANDO EL VOLCÁN ESTALLA: LOS PROBLEMAS PARA CONTROLAR LA IRA

Es habitual que recibimos a pacientes que nos cuenten acerca de sus problemas de impulsividad y nos describan que algo, con una fuerza innegociable, se impone y desborda las posibilidades de controlarse. A veces es el principal motivo por el que vienen; otras veces lo cuentan como algo más de su forma de ser.

Parejas que estallan contra sus parejas, madres que no consienten ni la mínima desobediencia de sus hijas u hombres que explotan cuando escuchan cualquier queja sobre ellos mismos nos recuerdan al comportamiento de niños y niñas de corta edad ante las primeras experiencias de frustración.

Pueden ser personas que siempre hayan actuado de esta misma manera o en las que las circunstancias actuales les hayan provocado estos problemas de control. Es muy frecuente encontrar el patrón de que, tras esa irrupción descontrolada, venga el arrepentimiento, la culpa, el autorreproche y la tristeza por ver lo que acaba de hacer.

¿Cómo puedo controlar mi ira?

La solución a esto, sin duda, está en que el pensamiento pueda dominar y dirigir al afecto. De hecho, el famoso truco de contar hasta diez antes de actuar puede servir de ayuda de manera efímera, pero no existe mejor solución para esta labilidad que descubrir qué es lo que pasa en las profundidades. Aunque mantenga la certeza de que es consciente de las cosas que le pasan, lo cierto es que algo más está pasando porque le está forzando, inconscientemente, a seguir actuando de la misma manera.

Puede ser que no tolere las frustraciones de la vida adulta y, por lo tanto, no esté de acuerdo con cómo le trata el mundo. O puede ser que durante la infancia la ira haya sido una forma de expresión muy frecuente. O puede ser que se sienta inmerso en una situación en la que no quiera estar y, aunque se mantengan concienzudamente ahí, inconscientemente se defiende con esos arrebatos.

La psicoterapia pues, sería la opción más adecuada para salir de esa situación patológica, porque permitirá trabajar en lo profundo y en la génesis de este síntoma.

 Vida hay una; desaprovecharla es solo una de las opciones.

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