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Por qué surge el miedo al abandono y cómo tratarlo 

 

1. LA IMPORTANCIA DE LOS VÍNCULOS

Esas formas de vinculación primordial que tanto estudió el psicoanálisis en la segunda mitad del siglo XX bajo el nombre de la Teoría del apego y que se abrazan por gran parte del resto de la comunidad psicológica nos indican que:

las primeras relaciones de la vida suponen el molde para la vinculación que se podrá establecer en las etapas posteriores. 

Ahora bien, retrocedamos a los orígenes, a cómo se atravesaron esas primeras experiencias tanto de unión como de separación: 

El primer “vínculo” que pide el bebé nada más nacer es para ser alimentado. No es un vínculo propiamente dicho porque no hay un otro reconocido aún. El hambre se siente como puro dolor en el cuerpo y genera llanto. Será el adulto el que leerá esa señal y la interpretará para darle significado.

A través de las repetidas experiencias de amamantamiento, el bebé irá captando que hay algo más que leche materna en ese intercambio: el placer de la succión, el placer de las caricias y el canturreo materno, el placer de ser tomado en brazos y moverse por el mundo. Poco a poco, el bebé pasa mas horas despierto y es capaz de empezar a establecer un vínculo distinto con el adulto porque, a pesar de tener todas las necesidades cubiertas, el bebé ahora busca atención y volver a sentir esos placeres que ya conoce.

Al comienzo, el bebé duerme la mayor parte del día y, cuando está despierto, está junto a la madre (o a quien haga la función de maternaje). Poco a poco la realidad se impone y el bebé sufre cada vez más situaciones en las que la madre desaparece momentáneamente de su vista. Cada una de estas separaciones es vivida como un abandono eterno, una muerte del cuidador que vivirá el bebé como su propia desaparición.

Con el paso del tiempo, el bebé irá tolerando perder a su madre de vista durante periodos más largos y empezará a salir al mundo. Pensemos en la dualidad representada en el cochecito del bebé: en los primeros meses, se dispone al recién nacido de tal forma que mire al cuidador en cada momento que esté despierto pero, conforme va creciendo, se ubica al menor mirando al mundo.

 

2. LOS VÍNCULOS Y LA VIVENCIA DE ABANDONO EN LA VIDA ADULTA

 

Sería muy arriesgado intentar establecer una relación directa entre cómo han sido los primeros contactos y el modo de relacionarse en la etapa adulta porque hay muchos factores que influyen. Pero sin duda los primeros contactos son fundamentales en la forma que tendrá cada persona de establecer los vínculos. Es más fácil suponer que encontraremos a personas seguras de sí mismas si han sido amadas y valoradas por los padres.  Del mismo modo unos padres ausentes, fríos, deprimidos, incautos o más preocupados por sí mismos que por las necesidades y deseos de sus hijos/as, es más probable que tengan hijos con dificultades en el vínculo y el amor (tanto propio como hacia los demás, ya sea por exceso o por defecto).

Las dificultades en el vínculo que puede tener un adulto se pueden expresar de la siguiente forma:

 

  1. La falta de interés por relacionarse.
  2. La vivencia de fracaso tras fracaso en las relaciones. Aunque tiene interés en vincularse, es visto por los demás como incapaz de hacerlo asertivamente. 
  3. Tras tanto fallar, prefiere renunciar a las relaciones satisfactorias porque se han convertido en algo desagradable y elige aislarse.
  4. Cuando en la infancia no se ha podido experimentar los vínculos como espacios que brinden seguridad puede darse que las experiencias de abandono y pérdida sean avallasantes y muy difíciles de tolerar y cualquier abandono sigue removiendo las angustias infantiles de una forma muy intensa. 
  5. Ante los abandonos (o la amenaza de ellos) el único modo que encuentran es responder con ira y violencia.

Estos ejemplos nos señalan que en casos parecidos a estos, será importante trabajar y revisar a profundidad la forma cómo se han establecido los vínculos desde el nacimiento y las angustias infantiles para poder conseguir que las vivencias de separaciones en la actualidad puedan ser toleradas y aunque sean dolorosas puedan ser aceptadas hasta  elaborarse un duelo.   

3. LA TERAPIA PSICOLÓGICA COMO VÍA PARA SANAR

La terapia psicológica permite que el adulto pueda sentirse mejor al establecer un lazo de confianza y de seguridad, un vínculo que sirve para hacer una revisión de su pasado y una exploración de las consecuencias que han tenido esas vivencias en su vida adulta. 

La terapia psicológica posibilita que el adulto piense sobre la experiencia propia con los padres y las demás personas. Saber entender los tipos de vínculo que un paciente va a establecer (también con nosotros) y saber responder terapéuticamente, sin ninguna duda, es el modo de comenzar el cambio.

Si sientes que tienes miedo al abandono y te identificas como una persona que sufre al establecer vínculos, en Sens podemos ayudarte.

 

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