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Hoy nuestra psicóloga y psicoterapeuta Marcela González nos habla sobre uno de los retos que enfrentan las personas que migran durante el proceso de adaptación. Marcela nos cuenta que frecuentemente la persona que se muda a otro país y deja su lugar de origen se enfrenta a dos deseos contradictorios. Por un lado, el deseo de conocer, descubrir experiencias, de adaptarse e integrarse a la nueva cultura y construir la vida en el nuevo lugar.

Por otro lado, también está el deseo echar raíces en el lugar que conoces y de abrazar la calma que provee el lugar de origen, de volver al lugar que sentimos como nuestro. Este segundo deseo muchas veces se expresa como una resistencia y de alguna manera un obstáculo en el proceso de integración. 

Hablar sobre estos dos deseos en contraposición nos ayuda a pensar la continua ambivalencia​ ​afectiva​ ​en​ ​la​ ​que​ ​se​ ​encuentra​ ​el​ ​migrante​ y el por qué a veces siente rechazo por la cultura del nuevo país. La persona se resiste a integrarse de manera inconsciente por el temor de perder la cultura de origen, de no seguir perteneciendo a eso que le ha dado sentido, estructura y contención en su vida hasta ahora. ¿Si me integro perderé lo que tenía?

Y es que sí, migrar implica asumir pérdidas, aprender a re-definirnos en función de nuestra realidad actual y dar espacio para que nuestra identidad se enriquezcan de lo nuevo y  dar lugar a ambos deseos: conservar todo lo que se pueda del lugar de orIgen y abrir las puertas para que entre lo que trae el nuevo lugar. 

Como migrante, ¿has sentido esta contradicción?
¿Cómo la has superado? ¿Sientes que aún tienes resistencias para adaptarte a tu lugar actual?
¡Te leemos!

 

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