La migración es transgeneracional, esto quiere decir que el impacto que tenga el proceso migratorio en la persona es trasmitido a las próximas generaciones. La forma cómo cada migrante elabore el duelo y se enfrente a lo nuevo, marcará de manera profunda los estilos de afrontamientos, las conductas y los mecanismos de defensa ante el duelo de las siguientes generaciones. En el caso de los niños, por ejemplo, la forma en la que los padres asuman y vivan su propio proceso migratorio y la actitud que tengan hacia el país de acogida, determinará, en gran medida, la actitud del hijo y su capacidad de adaptación.
Cuando se comienza un proceso psicoterapéutico uno de los objetivos es que la persona pueda repensar su historia de vida. Que pueda hacer un recorrido sobre sus afectos, sus vínculos, sus miedos, la manera cómo se ha enfrentado a los cambios, su lugar en la familia…entre otras. Conocer estos distintos elementos puede ayudar a que la persona dé sentido a lo que está viviendo en su proceso migratorio y también pueda reflexionar sobre elementos heredados de su familia así como poder preguntarse la forma en la que su proceso influirá en la vida de sus hijos en el caso que los tenga.
Hacer este recorrido por la propia biografía, en un lugar seguro como el de la psicoterapia, en el cual estás acompañado por un profesional, puede ayudar a hacer consciente los motivos más profundos para decidir migrar, las inseguridades que se han movido en el proceso y las resistencias hacia lo nuevo. De igual manera, comprender cómo han sido los vínculos con los seres queridos en el lugar de origen ayudará a entender la forma en la que nos vinculamos en el nuevo lugar.
A modo de conclusión, podemos decir, que la migración es un proceso que mueve a la persona a niveles muy profundos y la psicoterapia puede ser una forma muy valiosa de entender y ordenar esta experiencia para poder vivirla con mayor conciencia y bienestar.