En este artículo vamos a pensar sobre los celos fraternales en las infancias, un escenario emocional complejo que puede ser transitorio y limitado a un contexto o momento evolutivo.
¿Qué son los celos?
Existen los llamados celos normales. Se trata de una emoción que se experimenta cuando existe temor a perder el amor de otro. Se trata de una respuesta adaptativa frente a la amenaza real o fantaseada de esta pérdida. Son una manifestación habitual en la infancia y suelen ir acompañados de otras emociones como la ira, el miedo y la tristeza.
Se le ha otorgado un lugar fundamental en la psique del/la niño/a, por lo que la forma de transitarlos y acompañarlos podrá impactar en la manera de vincularnos posteriormente.
¿Celos = envidia?
No. Aunque la envidia también cumple una función muy importante en el desarrollo del funcionamiento mental del/la niño/a, tiene orígenes mucho más tempranos.
Melanie Klein definió la envidia como: “el sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo deseable, siendo el impulso envidioso el de quitárselo o dañarlo”. La envidia cobra un carácter más destructivo. Un ejemplo lo encontramos en la bruja de Blancanieves.
¿Celos = rivalidad?
No. La rivalidad es un conflicto también frecuente que se experimenta como un grupo de emociones y deseos ambivalentes, tanto amorosos como hostiles hacia otros. Trae consigo el deseo de sentirse elegidos, reconocidos y pone en juego la lucha y la competencia contra quienes podrían tomar su lugar.
Tanto establecer comparaciones y medir el lugar que ocupamos en la mirada de los demás, como el deseo de vencer y resultar ganador/a, son respuestas muy humanas.
¿Qué precipita la aparición de los celos?
El cambio de rol que viene con el nacimiento de un/a hermano/a es el factor más común.
Pensemos en otros ejemplos:
- Un/a niño/a cuyo/a hermano/a tenga alguna condición de salud o desarrollo que requiera constantes idas al hospital y cuidados más específicos.
- Cambios importantes en la dinámica del hogar, como separaciones o migración.
- Dificultades en la adaptación escolar en algún/a hermano/a, que impactan en la visión de sí mismo/a o cambian su rol a nivel familiar.
- Sentimientos de inseguridad y baja autoestima que se acentúan frente a problemáticas en la escuela.
- Causas externas como la explícita verbalización de preferencia o exaltación de cualidades por parte de algún familiar.
¿Qué otros elementos influyen?
- Temperamento de cada niño/a.
- Intensidad de las sensaciones internas.
- Exploración y búsqueda de identidad.
- Capacidad de tolerar la frustración.
- Patrones de comunicación a nivel familiar.
- Formas de establecer relaciones interpersonales.
- Capacidad de simbolizar la ausencia.
- Manejos previos de la ansiedad por separación.
- Actitud de los/as cuidadores/as frente al conflicto.
- Historia de cada cuidador/a con sus propios/as hermanos/as.
- Manejo de los sentimientos de inseguridad y/o desvalimiento.
- Lugar que la familia le otorga a cada miembro.
- Rivalidad encubierta hacia alguno de los/as cuidadores/as principales.
- Otros.
¿Cómo se expresan?
Los movimientos en las posiciones familiares representan un cambio significativo que impacta de forma diferente en cada uno, requieren leer lo que cada niño/a expresa, así como tiempo y acompañamiento para procesarse.
La presencia de irritabilidad, rabietas, verbalizaciones o gestos de rechazo hacia el/la hermano/a y algunas conductas regresivas (comportamientos esperados en niños/as más pequeños/as) son frecuentes y normales. Siempre habrá que evaluar la intensidad de estas emociones y de los comportamientos que las acompañan.
¿Qué podemos hacer los/as cuidadores/as?
Es natural que padres y madres deseen una relación armónica y cooperativa entre sus hijos/as para que se acompañen mutuamente a lo largo de la vida.
Sin embargo, la presencia de conflictos es natural y esperada; compartir y cooperar son tareas complejas que requieren de un encuentro, son conquistas personales que empiezan por salirse un poco de sí y renunciar a cosas. Y, aunque es posible alcanzar un lugar de apoyo entre hermanos/as, no se impone, se construye.
No debemos negar los aspectos destructivos, al contrario, la vía es reconocerlos, admitirlos y que se trabajen en casa como parte de los conflictos y luego las resoluciones a las que nos enfrentamos al crecer.
Lo esperado es que, poco a poco, de los celos y la rivalidad se pase a nuevos modelos de identificación y fraternidad, esto se logra con un buen tránsito por todos los afectos que allí se mueven.
Ofrecer herramientas para crear un sentido personal/vital significativo y promover cualidades como la gratitud, la cooperación, el reconocimiento de lo propio, el sentido de comunidad y la capacidad de cuidar a otros (aspectos que tienen que más que ver con lo constructivo), permitirán favorecer el tránsito natural por las emociones complejas.
Klein, M. (1957). Envidia y gratitud y otros trabajos. En Obras completas de Melanie Klein (3). Editorial Paidós Mexicana, 2009.