Por qué sentimos ansiedad: Explorando las raíces de la ansiedad
En la actualidad, existe un amplio reconocimiento de los síntomas asociados a la ansiedad. Con frecuencia, los pacientes asisten a consulta identificando qué es lo que sienten: taquicardias, temblores, presión torácica, escalofríos, miedo a morir y/o perder el control, entre otros síntomas. Estas sensaciones, tanto físicas como psicológicas, generan en la persona un malestar intenso que altera su capacidad para estar consigo mismo y lo impulsa a buscar vías a través de las cuales canalizar lo que siente.
¿Por qué sentimos ansiedad?
Cuando hablamos de ansiedad nos referimos a una emoción que aparece cuando nos enfrentamos a situaciones que ser perciben peligrosas, donde el organismo responde a esta señal de peligro y se prepara para actuar. Así, podemos ver la ansiedad como una respuesta que ocurre en el mundo animal: es aquella sensación que prepara al venado para huir en el momento exacto en el que lo ataca un lince. Sin embargo, como seres humanos dotados de pensamiento y lenguaje, esta sensación se torna más compleja, ya que mezclamos expectativas, ideales o incluso nuestras historias pasadas, para percibir de forma amenazante estímulos que en esencia no tienen una connotación peligrosa.
Es importante aclarar, que si bien la ansiedad es una respuesta natural, su prolongación en el tiempo puede afectar negativamente, ya que se convierte en una red de preocupaciones, miedos y tensiones que afectan nuestro bienestar físico y mental. Por tanto, para entender el origen de nuestra ansiedad debemos desenlazar estos nudos, por lo que vale enlistar aquellos factores que pueden originar y prolongar su presencia.
Factores que pre-disponen a la aparición de la ansiedad
- Eventos traumáticos: las vivencias pasadas juegan un papel desencadenante de ansiedad. Los situaciones traumáticas como abusos, accidentes o pérdidas significativas pueden generar un incremento de la ansiedad cuando nos enfrentamos a situaciones similares o que nos recuerden aquello vivido. Alguna preguntas que nos pueden ayudar a localizar nuestro malestar sería: ¿He vivido esta sensación con anterioridad? ¿Cuándo? .
- Factores contextuales: el entorno en el que nos encontramos muchas veces puede predisponernos a estar más ansiosos. Son muchas las situaciones sociales que pueden afectarnos: ambientes familiares o relaciones de pareja disfuncionales, dificultades académicas o laborales, entre otras. Es importante en ocasiones detenerse a pensar: ¿Qué estoy viviendo? ¿Dónde me encuentro? .
- Expectativas: las exigencias suelen señalarse como una fuente importante de malestar. Cuando nos establecemos expectativas poco realistas para nosotros mismos en términos de rendimiento o logros, se crea una exigencia excesiva que puede resultar abrumadora. Es importante reconocer nuestros limites y pedir ayuda cuando lo necesitamos.
- Cambios físicos: la ansiedad no solo tiene consecuencias físicas, sino que también puede verse retro-alimentada por cambios del organismo, como ejemplo, padecer de alguna enfermedad, procesos post-operatorios. Además, el consumo de alcohol y drogas puede afectar negativamente a nuestro sistema.
Factores que mantienen la ansiedad en el tiempo
- Auto-crítica negativa: la manera en la que nos hablamos a nosotros mismos sobre nuestros actos, nuestro físico o nuestras ideas, afecta la manera en la que vivimos los momentos de mucha ansiedad. Cuando entramos en un bucle de crítica negativa, nos desvalorizamos injustamente, creándose una sensación de disvalía que nos encierra a pensar que no podemos afrontar la situación que estamos atravesando.
- Evitar afrontar los problemas: evitar situaciones que generan ansiedad puede proporcionar alivio momentáneo, sin embargo, esto contribuye a mantener el ciclo de la ansiedad a largo plazo, ya que no se logra eliminar aquello que es temido.
- Aislamiento social: tener vínculos y relaciones valiosas, ayuda a combatir los momentos angustiantes. La falta de una red de apoyo puede aumentar la sensación de soledad y contribuir a la ansiedad.
- Estilo de vida: la falta de sueño, una alimentación poco saludable o el sedentarismo pueden afectar negativamente a nuestro cuerpo y afectar nuestro bienestar emocional. El uso excesivo de alcohol y/o drogas pueden generar un incremento de la ansiedad.