¿Cómo se experimenta hoy en día la crianza?
Un motivo de consulta muy frecuente se ubica en el orden de cómo “hacerlo bien” en la ma/paternidad. Esta demanda parece girar sobre un ideal de “crianza perfecta”, de cómo “alcanzar” los pasos de un manual de cuidados sin errores y “garantizar” un tránsito suave por ella, aunque lo curioso es que se promueva la idea de hacer un tránsito sin tener que transitar por ello.
La demanda de criar de forma “correcta” (¿hay una sola forma de hacerlo?) suele traducirse en gran preocupación y culpabilidad hacia el rol que desempeñan las figuras parentales, a quienes muchas veces se les señala en la inexperiencia y se les destituye de su rol único en la crianza. Esto además juega en contra de cualquier posibilidad de habilitar y poner en marcha sus propios recursos para acercarse a las necesidades de sus propios hijos/as y hace muy difícil sentirse a gusto con lo elegido al ver tantos “deberes pendientes”.
La hegemonía de las pautas
Como señala la psicoanalista Constanza Michelson: “quizás nunca antes se leyó tanto sobre crianza”. Existe una amplia oferta de pautas que motivan a adoptar determinadas frases y expresiones en el ejercicio de la crianza. Las pautas funcionan siempre que actúen como referencias, nunca como recetas inequívocas o definitivas ni mucho menos como discursos desarticulados de afecto. Deben servir como una forma más de abrir un lugar alternativo y posibilitar un espacio que permita a una familia pensar de qué se tratan los cuidados, los
límites o las formar de organizar el mundo de los/as pequeños/as.
Lo problemático no es la aproximación a querer conocer o saber más sobre cómo entender y acercarse a los/as hijos/as. Al contrario, este es un fenómeno social importante: el interés cada vez más marcado de los adultos por decidir ejercer una crianza consciente y las ganas de conectar profunda y respetuosamente con los/as hijos/as.
El problema más bien surge cuando este tipo de indicaciones se dan como absolutas y ofrecen garantías tras su aplicación, como si de un algoritmo se tratase. Estas pautas por sí solas se encuentran descontextualizadas y tampoco invitan a reflexionar acerca de los matices y lo que implica ser ma/padre en una determinada cultura, atravesada por procesos sociales complejos, con historias familiares propias y muy diversas, lo que muchas veces deriva en que se apliquen recomendaciones que pierden el valor afectivo de lo que se quiere transmitir.
El aumento de la información disponible
No cabe duda de que hacer accesible la información sobre distintos procesos que transcurren en las infancias es un recurso muy importante, pero precisamente se trata de eso, de una aproximación teórica, cuyo valor reside en poner a disposición de los padres y madres una idea que les permita acercarse al desarrollo, de lo que expresan sanamente las rabietas o de los modos en que los niños/as pueden ir descubriendo y expresando su subjetividad, así como generar ciertas alertas cuando algo preocupe y se requiera una valoración profesional.
Pero, no se debería tratar de que un adulto empiece a memorizar y leer párrafos a los/as hijos/as sobre lo que les produjo una emoción, no solo porque esto no es sostenible en el tiempo, sino porque guionizar la crianza obstaculiza la resonancia emocional del mensaje. Es decir, el mensaje es mucho más que solo la selección curada de palabras pues se debe articular con una respuesta emocional que conecte con el/la niño/a y el afecto que resuena en los adultos. Si parece que se lee un texto, se pierde de vista lo que está sucediendo en la relación.
Entonces, ¿qué necesitan los/as niños/as?
Lo que se espera de los padres y madres es que sean precisamente eso: padres y madres, no modelos teóricos de cómo reproducir rutinas, ni tampoco maestros, psicólogos o especialistas en estimulación temprana. Los/as niños/as necesitan ma/padres reales, que ocupen el lugar de una autoridad amorosa y cercana, no autoritaria (son términos diferentes), esto es, que respondan desde su función parental, cuidan, protegen, contienen y ayudan a ordenar el mundo que les rodea, pero que también pueden equivocarse, dudar, entender mal un mensaje mientras consiguen el ritmo en esa relación y van descubriendo lo que mejor les funciona.
Los/as hijos/as necesitan que sus figuras parentales se movilicen afectivamente con lo que hacen, que haya un eco de sus acciones en ellos (reaccionar afectivamente no significa en ningún caso ejercer la violencia). Si un niño llora o pega, espera que esto movilice y active algo en su figura de cuidado, espera que esté viva: un eco, un gesto, una forma de contener, una palabra que establezca un borde o límite, una acción que intenta entender y que pueda responder a lo que dice ese llanto. Dice la psicoanalista Beatriz Janin: “En la crianza intervienen la inteligencia y la razón, pero también lo irracional, la desesperación, el cuidado, la ternura y el amor incondicional a los hijos”. Todo lo anterior se pone en juego, ni perfecta, ni guionizada, ni intelectual, no se pueden dejar de lado las respuestas emocionales espontáneas, genuinas y de cuidado pues son la base para la construcción de vínculos sanos.
Asimismo, la escucha a los padres y madres que buscan un acompañamiento para transitar algo que les inquiete un poco más de la crianza, debe venir desde un lugar también real, amable y afectivo, escuchar la angustia válida, sin destituirles de su lugar ni alojar expectativas de resolución simplificadas ante la complejidad de las infancias.
Como vemos, no hay respuestas únicas ni maneras de responder dudas sobre crianza en el vacío. El encuentro, el cuidado, los límites, los bordes que delimiten las experiencias y el acompañamiento para ayudar a los/as hijos/as a ordenar el mundo interno propio aproximarse al de otros, serán elementos fundamentales a escuchar. Los conocimientos que se adquieren necesitan siempre ser integrados al registro emocional y comprendidos junto a cada familia.
Michelson, C. (2022). Hacer la noche. Editorial Planeta.
Janin, B. (2022). Niñas, niños y adolescentes en tiempos de desamparo colectivo: De la incertidumbre a la esperanza en
salud mental y educación. Noveduc.