sintomas_psicológicos_contemporaneos

 

Los síntomas psicológicos en la época de la hipermodernidad

 

El siglo XX se ha caracterizado por un modelo social que va más allá de la modernidad. Estamos hablando de la postmodernidad, una era caracterizada por un marcado desarrollo del individualismo, el hedonismo, el debilitamiento de las grandes instituciones sociales y políticas, la sobrevaloración de la imagen, la promoción de un estilo de vida superfluo, centrado en el placer y la satisfacción.

La postmodernidad se extiende hasta finales de los noventa cuando a partir de la globalización y el intenso desarrollo de la tecnología y las telecomunicaciones, surgen cambios sociales que dan paso a la hipermodernidad, donde predomina el hiperindividualismo, la hipertecnología, el acceso inmediato y cotidiano a redes sociales, el hiperconsumismo desencadenado por el bombardeo publicitario. Más allá del hedonismo que ha caracterizado la era postmoderna, en la hipermodernidad predomina el hipernarcisismo y la neofilia, término que hace referencia a la búsqueda incesante de la novedad, dando por resultado una tendencia creciente al cansancio, la insatisfacción, la incertidumbre, el aburrimiento, la sensación de vacío, el miedo y la angustia, que podemos englobar dentro del término “síntomas contemporáneos”.

Pareciera que en la clínica psiquiátrica contemporánea la presentación de los cuadros clínicos tiene modalidades particulares y atípicas, dando lugar a nuevas presentaciones de cuadros ya descritos como por ejemplo en la clínica de las adicciones ya que la persona tiene más a mano el acceso a su propia satisfacción a través de una gama de objetos diversos (nuevas adicciones no sólo a sustancias sino a otros objetos). Otros cuadros contemporáneos en auge son el cutting, los trastornos alimentarios, las alteraciones severas de la imagen corporal, la disforia de género, los ataques de pánico, la fibromialgia etc.

 

La angustia: El síntoma de la época

La angustia pareciera ser la carta de presentación de nuestros tiempos. El sujeto de la hipermodenidad está amalgamado a su autosatisfacción, sin deseos de saber nada de sí mismo y menos aún de los otros. Por ello la angustia de la hipermodernidad es una angustia muda, la persona no quiere saber nada de ella. Por ello vemos que acude a la opción de la psicoterapia después de haber agotado los recursos médicos, que no han podido ofrecer respuesta a su malestar. Un ejemplo paradigmático son los ataques de pánico. Se trata de una angustia súbita que invade el cuerpo y que es registrado como una experiencia de muerte. No hay palabras que puedan nombrar el acontecimiento corporal.

En resumen, si la persona en estos tiempos se interroga muy poco acerca de su malestar, si no demanda nada del otro, es decir del terapeuta, ¿cómo puede intervenir el mismo? ¿Cómo lograr que la persona pueda ligar algo de su angustia a la palabra, de forma que surja en ella un deseo de interrogarse acerca de su malestar?

 

El papel de la angustia en la psicoterapia

Durante el recorrido terapéutico, la emergencia de la angustia está relacionada inicialmente con los momentos en que el paciente hace consciencia de sus fantasías inconscientes, en tanto ponen de manifiesto sus formas de satisfacción pulsional: por ejemplo la pulsión oral en los trastornos alimentarios o en las adicciones, o la pulsión escópica (de la mirada) en las alteraciones de la imagen corporal. De allí que la angustia surge como una revelación. Lo que se devela con los objetos pulsionales es la verdad del sufrimiento de cada sujeto.

Vale aclarar que cuando hablamos de “satisfacción pulsional” en realidad nos referimos a un empuje apremiante e incesante de descarga pulsional que lejos de apaciguarse, se retroalimenta provocando sufrimiento. Lejos de lograrse una satisfacción, se genera un goce desde la mortificación que se repite compulsivamente. Por tal motivo, en el recorrido terapéutico se deberá evitar considerar la angustia como un fenómeno patológico, ya que tiene una función de “señal” o de guía para poder trabajar y elaborar los síntomas ligados a la angustia. La angustia es una brújula en la experiencia terapéutica, en tanto señal de la emergencia de la singularidad de cada sujeto.

Desangustiar en psicoterapia se traduce en introducir una pregunta sobre el sufrimiento, las fantasías, los deseos que se ponene en juego en los síntomas. Ahora bien, en el marco de la hipermodernidad, en la que el sujeto degrada al otro a la condición de objeto sustituible, se complica el recorrido terapéutico. La modalidad de intervención psicoterapéutica requiere de la introducción progresiva del recurso del lenguaje a través de las palabras que puedan nombrar lo “insoportable de nombrar” y que sirva de límite a la angustia muda tan característica, por ejemplo, del pánico. El nombrar lo que nos acontece, desencadena la fantasía y reduce progresivamente la angustia muda. Al transformar la angustia muda en fantasías y pensamientos que pueden ser verbalizados, pueden ser trabajados en psicoterapia con el recurso de la interpretación logrando una reducción significativa del sufrimiento y una resolución progresiva de los síntomas.

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