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Soledad y malestar emocional

La soledad ha adquirido en los últimos años una gran relevancia social debido al reconocimiento de su papel en el empeoramiento de la calidad de vida y de la salud de la población. Concretamente, estudios la han asociado a depresión y a ideación suicida, a una menor satisfacción vital y a problemas físicos como presión arterial, estrés, alteraciones del sueño y del sistema inmune (Hawkley y Cacioppo, 2010).

Sin embargo, la soledad continúa siendo en cierta medida una gran desconocida. Solemos pensar que la soledad es sinónimo de falta de relaciones sociales y que con activar la interacción social, los sentimientos de soledad desaparecerán rápidamente.

Lamentablemente, no suele ser tan sencillo debido a que la soledad no surge simplemente de una limitada red social sino que es esencial a ella la participación de un componente subjetivo, es decir, cómo valoramos o interpretamos nuestra red social. Por lo cual, una persona con mucha interacción social puede tener altos niveles de soledad.

En esta valoración subjetiva de nuestra situación social, lo importante no es la cantidad de interacción sino la percepción de lo que nos aporta de significativo, de sentido de pertenencia, de cualidad humana. La soledad no es ni un problema neuroquímico ni depende exclusivamente de la interacción social, sino que debemos abordarla como resultado de una respuesta psicológica inadecuada a las exigencias propias de la vida social actual.

La soledad nos sitúa en el terreno de las percepciones, los significados y las creencias subjetivas. Los estudios existentes resaltan el papel que tienen en la consideración de la soledad el conjunto de creencias sobre nosotros mismos y sobre los demás.

Estas creencias se van construyendo a lo largo de la vida y forman parte de las narraciones que hacemos sobre nosotros y sobre los demás y que median en nuestra relación con el mundo que nos rodea. A veces, adquieren ciertos sesgos a partir de los cuales tendemos a ver la relación con los demás de determinada manera (no valgo para nada, no soy interesante para el otro, creen que soy tonto, hablan mal de mí, me quieren hacer daño, etc.).
Suele estar asociada a sentimientos de abandono, baja autoestima, frustración o rabia al otro. Con frecuencia, la soledad está acompañada de sentimientos de tristeza que se vinculan a creencias de infravaloración y culpabilidad. Esta relación entre soledad, creencias subjetivas y emociones negativas se refuerzan mutuamente generando un círculo vicioso cuya resolución puede requerir de un trabajo psicoterapéutico con un profesional.

 

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Bibliografía
– Cacioppo, J. T., y Cacioppo, S. (2018). The growing problem of loneliness. The Lancet,
391(10119), 426. doi:10.1016/S0140-6736(18)30142-9
– Hawkley, L. C., y Cacioppo, J. T. (2010). Loneliness matters: A theoretical and empirical
review of consequences and mechanisms. Annals of Behavioral Medicine, 40(2), 218-
227. doi:10.1007/s12160-010-9210-8
– Hickin, N., Käll, A., Shafran, R., Sutcliffe, S., Manzotti, G., & Langan, D. (2021). The
effectiveness of psychological interventions for loneliness: A systematic review and
meta-analysis. Clinical psychology review, 88, 102066.
https://doi.org/10.1016/j.cpr.2021.102066

– Holt-Lunstad, J. (2017). The potential public health relevance of social isolation and
loneliness: Prevalece, epidemiology, and risk factors. Public Policy y Aging Report,
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– Mann, F., Wang, J., Pearce, E., Ma, R., Schlief, M., Lloyd-Evans, B., Ikhtabi, S., &
Johnson, S. (2022). Loneliness and the onset of new mental health problems in the
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https://doi.org/10.1007/s00127-022-02261-7

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