AYUDAR_FAMILIAR_DEPRIMIDO

 

A pesar de la creciente conciencia social sobre la importancia de la salud mental, en ocasiones es difícil entender la complejidad de la depresión. No es tan simple como sentirse triste. La tristeza es una reacción humana normal ante la vida, y es una emoción que se disipa después de un tiempo. La depresión es un trastorno más prolongado, y causa síntomas graves y debilitantes que inhabilitan el funcionamiento mental de la persona.

La depresión es uno de los trastornos del estado de ánimo más comunes y generalizados y afecta a millones de personas cada año. Además, es un trastorno más silencioso que otros, como la ansiedad, por ejemplo. En la mayoría de los casos, los síntomas se caracterizan por una carencia o disminución en un lugar de un exceso. Hay varios signos o comportamientos que no “hacen ruido” pero que pueden dar pistas sobre un estado de ánimo depresivo, como puede ser cansancio continuado, sentimiento de culpa, falta de ganas de probar cosas nuevas, dolores difusos y persistentes, momentos de rabia o de frustración, cambio en el apetito o en el sueño. Estos síntomas a veces son más claros, pero otros pasan desapercibidos hacia fuera. La persona puede tener pensamientos de “no valer nada”, de culpa o incluso de suicidio, pero ocultarlos bajo una conducta externa sin muchos cambios. No obstante, hay señales que pueden detectarse para ayudar a la persona a exteriorizar lo que siente.

 

¿Cómo identificar si tengo un familiar deprimido?

Como familiar o ser querido es importante observar, escuchar y acompañar. Por ejemplo, si un chico adolescente suspende muchas asignaturas, pasa toda la noche jugando a videojuegos y no quiere salir nunca de su habitación seguramente está expresando de un modo indirecto que no se encuentra bien emocionalmente. En ocasiones, tras estos comportamientos normalizados en los adolescentes se esconde mucha tristeza. Es importante poder escucharla y tratar de entender qué puede estar afectando a la persona. En los adultos ocurre algo similar. Existen comportamientos que están muy normalizados pero que, cuando son llevados a un extremo, indican depresión. Por ejemplo, dormir hasta muy tarde todos los fines de semana, aislarse y no socializar casi nunca, o incluso beber alcohol de modo continuado o excesivo. Las personas con depresión pueden recurrir al alcohol o a las drogas como una forma de automedicación que les ayuda a anestesiar sus emociones. 

No obstante, es importante tener en cuenta que la depresión en algunas personas se oculta tras comportamientos o actitudes que parecen expresar lo contrario. Alguien que se muestra extrovertido, muy sociable, no para de hacer cosas o de salir puede estar compensando sentimientos de tristeza con lo contrario: una actividad excesiva. Esto ocurre porque en ocasiones para “descansar” de la tristeza uno puede acercarse a un comportamiento más maníaco (la persona se defiende de la tristeza o paralizándose por completo o sin parar de moverse para no pensar). Una frustración continuada o mucha rabia pueden enmascarar también la tristeza. A veces el enfado resulta más fácil de sentir o de expresar que la tristeza, pero en el fondo puede haber sentimientos depresivos. En este tipo de funcionamientos (actividad excesiva o frustración constante) la depresión hace un “ruido excesivo” para tapar la tristeza y el dolor. La clave para identificar si un ser querido está pasando por una depresión es estar atento a los comportamientos excesivos. 

 

¿Cómo actuar?

Después de identificar estas señales externas, es importante hacer que la persona se sienta vista y escuchada. Exigir que se levante de la cama o que haga muchas actividades puede hacer que se sienta presionada o culpable por no poder cumplir con las expectativas. Puede ser muy frustrante como ser querido ver a un familiar paralizado y asilado, pero es importante respetar sus tiempos. El cambio en el comportamiento suele venir después del cambio interno de las emociones. 

Se puede ofrecer un espacio para hablar de lo que siente. A veces es difícil compartir el dolor, y forzar a que la persona se exprese puede ser vivido como una imposición. Es importante mostrarse disponible y después dar el espacio para que sea el otro el que se acerque cuando quiera compartir lo que le ocurre. A veces ni la propia persona sabe por qué se siente así, y puede ser complicado ponerlo en palabras. Teniendo en cuenta que son personas que por el propio diagnóstico suelen sentirse muy paralizados a la hora de pedir ayuda, es importante ofrecerles apoyo, pero haciéndoles sentir que ellos son responsables de afrontar lo que les ocurre. Necesitan sentir que ellos pueden hacer algo respecto a su situación. 

Es muy importante que cuando la persona se sienta preparada acuda a terapia para poder trabajar en aquello que causa y mantiene la depresión. La terapia ayuda con tiempo y trabajo a entender los pensamientos y emociones y a digerirlas para que así se pueda cambiar. 

 

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