Vivir con prisas: ¿Cómo afecta a nuestra mente?
“La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu
mente, de evitar preguntas importantes. (…) Viajamos constantemente por el
carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace
que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para
reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante. (Honoré, 2010).”
Esta frase, extraída del libro “Elogio de la lentitud” de Carl Honoré, nos hace pensar en la forma en la que usualmente llevamos nuestros días y en cómo enfrentamos las dificultades. Ciertamente, solemos vivir con prisas, llenos de actividades que nos impiden incluso pensar en las situaciones que nos generan conflicto o ansiedad. Vivir de ese modo resulta ser una estrategia poco adaptativa: puede aliviar malestares; pero solo de manera momentánea y éstos -tarde o temprano- terminan agravándose o volviéndose inmanejables. Es oportuno, entonces, que quitemos el pie del acelerador y busquemos espacios como la psicoterapia, en donde podamos detenernos a pensar en lo que es realmente importante y así encontrarnos con nuestro yo, sin máscaras, procurando, de ese modo, encontrar herramientas más saludables para enfrentar lo que nos genera sufrimiento.
¿Cómo puede ayudarnos la psicoterapia?
La psicoterapia nos ofrece un espacio de pausa, diseñado especialmente para escuchar nuestra voz y lo que nos pasa de una forma contenida y más tranquila. Nos ofrece la compañía profesional y la construcción de un vínculo seguro con el cual poder recorrer el camino de comprender lo que nos duele y nos hace sufrir. La psicoterapia nos abre la puerta hacia el cambio, nos ayuda a dejar de correr para tapar, para empezar a caminar sin repetir comportamientos y formas de relacionarnos que nos hacen daño. Sin duda, la psicoterapia es un espacio sumamente valioso para frenar y poder pensar en lo que necesitamos y es importante para nosotros.