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La realidad siempre ha sido un elemento complejo de definir porque suele ser el resultado de la confluencia de diversas subjetividades que, en conjunto, la construyen. Pero si a eso le añadimos una dimensión virtual, donde todas las personas aparecemos de alguna manera, pero a la vez ningún elemento concreto de realidad de nosotros se encuentra allí, pues el asunto sin duda es más complicado.

En medio de esta diatriba han nacido nuestros hijos y para ellos es tan natural como respirar. Para ellos estar presente en el mundo virtual es un valor, que cada vez adquiere mayor relevancia, hacen todo lo posible por convencernos de formar parte de alguna red social. Esto al fin y al cabo es una manera de canalizar sus deseos de pertenecer a un determinado grupo. De este modo vemos que cada día aparecen un sinfín de aplicaciones que les permiten acceder a esa “realidad” con mucha facilidad y variedad, y de esa manera pueden comenzar a ganar adeptos o seguidores. Ser reconocido es el objetivo, ser visto por un otro que aunque no conozcas te valora, quiere formar parte de TU grupo.

Youtube, Snapchat, Instagram, Musically, entre otros, son algunas de los medios que utilizan y en los que a su vez consiguen ídolos que sin tampoco tener idea de quienes son, se convierten en sus modelos de referencia para obtener la popularidad tan deseada. Vale la pena acotar que si bien algunos emplean su poder de influencia para fomentar algunas “habilidades” en los chicos, casi todos se fundamentan en visiones simplistas y un poco caricaturizadas de la realidad que, en ocasiones, lejos de ayudar entorpecen el desarrollo social de los pequeños.

Es por esto que debemos asumir que este es el mundo de principal influencia de nuestros chicos, lo que lo convierte en un reto para la crianza. De este modo, deberíamos tener presente los siguientes puntos:

1. Cuáles son los Youtubers o personajes de las redes sociales favoritos de nuestros hijos.

2. Seguir de cerca el tipo de interacción que mantienen con ellos y con los seguidores de estas figuras.

3. Canalizar sus deseos de “figurar” en las redes sociales a través de maneras constructivas tanto para ellos como para sus seguidores. Por ejemplo, si al niño le gusta escribir, podría ser positivo que inicie un blog escrito o si le gusta la cocina podría iniciar algún proyecto asociado con recetas para hacer con sus pares.

4. Comparte con él su deseo de exposición y diseñen esto como un proyecto donde pueden compartir entre ustedes: Esto te abre la oportunidad para seguir de cerca el tipo de interacción que tiene tu hijo con el público y, a su vez, genera un puente de comunicación entre ustedes.

5. Asesórate bien con respecto al nivel de difusión que puede tener la red social elegida y regula a través de filtros el nivel de exposición de los contenidos.

6. Nunca permitas que su hijo exponga contenidos que lo pongan en riesgo como fotos de partes de su cuerpo desnudas, nombres y apellidos, dirección, teléfono.

7. Conversa acerca de los riesgos que implica compartir información privada en medios de difusión global

Las redes sociales pueden ser una oportunidad para desarrollar múltiples talentos y canalizar los deseos de “visibilidad” o de ser reconocido que surgen de manera natural en la adolescencia (y cada vez más temprano en la niñez). Sin embargo, es fundamental que sean monitoreadas muy de cerca por un adulto significativo que pueda medir los riesgos que, casi nunca, los niños y chicos están en capacidad de anticipar.

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