El lugar del terapeuta en la terapia de pareja
En una relación de pareja pueden surgir momentos difíciles o de crisis en los que se recurra a una terapia para pedir ayuda. En estos momentos aparece el miedo a la ruptura, y se siente la necesidad de resolver una dinámica atascada en la pareja para la supervivencia de esta. Muchas parejas acuden a terapia motivadas por esta angustia que puede ser desbordante, demandando de la terapia que salve su relación.
4 cosas que un buen terapeuta de pareja debe garantizar:
1. La labor del terapeuta es crucial para ajustar la expectativa inicial y entender el motivo de consulta subyacente a la demanda que trae la pareja.
En muchas ocasiones encontramos parejas que acuden a consulta porque uno de los miembros tiene miedo a una ruptura que siente cercana y busca que la terapia arregle la situación inmediatamente. En otras ocasiones, ambos miembros vienen acusando al otro de cometer fallos y de no satisfacer lo que ellos esperan obtener en la relación. En estos casos sienten que la terapia será un lugar donde exigir al otro cambiar y satisfacer todas las demandas. Es decir, en muchas ocasiones el motivo de consulta es cambiar el otro o cambiar la realidad de la relación desde la exigencia y la frustración. Por lo tanto, la primera labor del terapeuta será manejar las expectativas y aclarar que la terapia de pareja es un espacio seguro para ambos en la que podrán hablar entre ellos de otro modo y entenderse.
2. El fin de la terapia no es mantener la pareja unida a toda costa.
El objetivo siempre va a ser entender qué está ocurriendo en la dinámica entre ambos. Se considera a la pareja como un todo, entendiendo qué parte expresa cada uno de los miembros, y analizando si tal vez lo más sano es una separación pactada y entendida. A veces salvar la relación implica separarse. En ocasiones un miembro de la pareja solicita el espacio en la terapia con un deseo implícito de dejar la relación y de llevar la transición de la mejor manera posible, intentando, tal vez, que el otro miembro no se sienta abandonado. Es la labor del terapeuta a acompañar a ambos en este momento complicado y ver si la decisión ya está tomada por una de las partes. En otras ocasiones, con el espacio que ofrece la terapia, la pareja puede reencontrarse y verse de otra manera, desde el entendimiento y la comprensión en lugar de la exigencia.
Por ejemplo, en una pareja que está planteandose la posibilidad de ser padres, puede que un miembro exprese más el deseo de serlo y el otro más el miedo por un cambio tan grande en su realidad. Ambas emociones seguramente conviven en ambos, pero cada uno es portavoz de una parte. Poder entender que el otro está expresando algo que seguramente uno también siente ayuda a poder comunicarse desde la comprensión, sin ver al otro como un rival.
3. Es fundamental que el terapeuta no caiga en ciertas dinámicas establecidas en la pareja.
Es la labor del terapeuta guiar a la pareja a una expectativa realista sobre lo que pueden encontrar y al mismo tiempo mantenerse neutral y equidistante en la relación terapéutica con cada uno de ellos. Pueden surgir dinámicas en la que un miembro la pareja espera que el terapeuta se alinee con él y le dé la razón respecto a su enfado o frustración. El terapeuta debe mantenerse neutral en esto y escuchar a ambos miembros por igual, sin juzgar e intentando entender ambas partes, sin colocar lo malo en uno y lo bueno en otro. Lo importante es escuchar la dinámica que hay en la pareja y tratar de que ambos miembros sean conscientes de esta para poder cambiarla.
Por ejemplo, un miembro de la pareja puede quejarse de que el otro no hace suficiente esfuerzo por socializar cuando salen con amigos. En este caso es importante entender esta queja, y ver si es una exigencia al otro para que cambie en lugar de una escucha de su propio malestar a la hora de socializar.
4. El terapeuta tampoco es un guardador de secretos.
Por ello, es importante recibir siempre a la pareja como una única entidad. Todas las sesiones estarán ambos miembros de la pareja para evitar una triangulación en la que uno pueda sentirse excluido de la relación terapéutica cuando el otro está en el despacho con el terapeuta. En ocasiones un miembro de la pareja puede estar ocultando un secreto o una infidelidad. La terapia es el espacio para poder hablarlo con su pareja cuando se sienta preparado. Es un espacio para la pareja como un todo y no un espacio individual. Por ello es necesario que ambos miembros estén presentes en todas las sesiones. El objetivo es que el espacio sea para la pareja y ambos esten presentes en todo lo que ocurre en las sesiones.
En definitiva, el lugar del terapeuta es el de ofrecer un espacio de escucha diferente y de entendimiento para la pareja. El objetivo será el que ambos miembros puedan mirarse y hablarse de un modo diferente, entendiendo su dinámica y pudiendo tomar decisiones compartidas de un modo pensado y sano.