duelo migratorio

El duelo migratorio es el proceso psicológico experimentado por la mayoría de las personas que deciden dejar su país en busca de mejores oportunidades, aunque también puede afectar a los familiares que se quedan en el país de origen. Esto último se debe a los cambios en las dinámicas familiares y a las transformaciones sociales que producen los movimientos migratorios. 

A diferencia del duelo clásico -el que experimentamos, por ejemplo, cuando muere un familiar-, el migratorio es un duelo parcial, ya que no hay una pérdida definitiva: el país de origen sigue ahí y se puede volver a él si las circunstancias lo permiten. También es un duelo que agrupa a otros, se caracteriza por ser un duelo múltiple. Como apunta el Dr. Achotegui, son 7 las pérdidas que se afrontan al migrar: pérdida de la familia y los seres queridos, la lengua, la cultura, la tierra, el estatus social, el contacto con el grupo de pertenencia (amigos, colegas). Todo esto puede generar cambios en la identidad del migrante, debido a la necesidad de integrar aspectos culturales del país de acogida, sin dejar de lado lo característico de sus raíces. Este último aspecto, en algunos casos, puede incluso generar la sensación de no pertenencia a ningún lugar (“no me siento ni de aquí, ni de allá”).

Duelo Migratorio: puede reactivarse en cualquier momento

Otra característica destacable de este tipo de duelo es que es recurrente, puede vivirse durante el resto de la vida por tratarse de una separación y no de una desaparición. Es decir, el dolor puede reactivarse en cualquier momento de la vida. Es una herida que, aunque cicatriza, en determinadas circunstancias puede abrirse nuevamente, removiendo sentimientos como la tristeza, ira, desesperanza, ansiedad, entre otras. 

En el trabajo clínico, con nuestros pacientes, es común observar cómo determinados eventos vitales activan el duelo migratorio, incluso en personas que emigraron hace muchos años. Puede experimentarse nuevamente, por ejemplo, por la imposibilidad de estar presente en momentos de celebración, como cumpleaños, graduaciones o bodas de familiares o amigos, movilizando así emociones asociadas a la pérdida y la separación. De igual manera, el duelo puede surgir de nuevo cuando no se está físicamente presente en momentos difíciles, como el enfrentamiento de una enfermedad o la muerte de un ser querido, generando tristeza y, en ocasiones, sentimientos de culpa. En estos casos, el migrante debe afrontar los padecimientos o la muerte desde la distancia, sin tener la oportunidad de participar en los rituales de despedida, ni de contar con la cercanía afectiva de la familia, aspectos importantes en la elaboración del duelo clásico.  

¿Dejará de dolerme mi duelo migratorio?

Ante la pregunta inicial, ¿cuándo dejará de doler?, la respuesta es poco alentadora: el dolor no desaparecerá totalmente; pero sí es posible desarrollar estrategias para convivir de la mejor manera posible con esa herida. Es importante entender, además, que hay momentos puntuales en los que pueden acentuarse y vivirse de forma más intensa ciertos sentimientos asociados a este duelo, por lo que conviene prestar mayor atención y cuidado, recurriendo cuando se amerite al acompañamiento psicoterapéutico, con el fin de trabajar esas emociones que se detonen, en un espacio de escucha y contención, desarrollando así los recursos que permitirán afrontar esas circunstancias de una forma constructiva, en la que se promueva el crecimiento interno.  

En SENS Psicología, contamos con una amplia experiencia en el trabajo con población migrante y parte de nuestros especialistas han vivido, en primera persona, la aventura de migrar con todo lo que esto implica, lo que facilita la comprensión de los retos y dificultades de este proceso. ¡Estamos para ayudarte!

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