Algunos padres asisten a consultan (conoce nuestros servicios de asesoramiento a padres y de psicoterapia infantil) y se quejan de que su hijo pega siempre que esta enfadado. Otros se preocupan porque han empezado a recibir quejas del colegio o, porque los paseos al parque se han convertido en una pesadilla para ellos dado el comportamiento de su hijo. ¿Es normal? ¿Cuándo se trata de una situación que debemos atender?
Esta semana desde la revista Ser Padres, nos consultaron sobre este tema, así que hemos querido dejar aquí un reseña sobre lo conversado con ellos.
Empecemos por revisar ¿por qué pega tu hijo?
Un niño puede pegar por diferentes razones, no hay una única causa que permite explicar este comportamiento. Cuando los niños son pequeños y no cuenta con un lenguaje muy desarrollado tienen pocas maneras para expresar algún malestar, una es el llanto, otra golpes o alguna otra forma de defensa física como puede ser el mordisco.
La rabia y el enfado son sentimientos normales y sanos, forman parte de las emociones básicas que todos sentimos y expresamos. La agresividad también es parte de todos los seres humanos, y necesitamos de ella para defendernos, pero también para separarnos y crecer. Sin embargo, cuando un niño expresa su rabia produciendo daño físico a otro y esto se sostiene en el tiempo, nos está comunicando un malestar, es decir, algo lo está haciendo sufrir y nos lo expresa: el niño se siente amenazado y se intenta defender, algo le genera rabia, tristeza o miedo.
Algunas situaciones en las que se podría generar esta respuesta son:
Irritabilidad. El golpe puede aparecer como respuesta en momentos en que, por ejemplo, el niño tiene mucha hambre o mucho sueño. Bajo esas situaciones no logra regular sus respuestas adecuadamente y sobrereacciona ante algo displacentero.
Altos montos de ansiedad o dificultad para controlar los impulsos o alguna dificultad emocional que tiene al niño en alerta.
Altos niveles de frustración. la pobre capacidad para tolerar la frustración puede ser un disparador, pero también es frecuente que un niño que parece estar expuesto a un alto nivel de frustración responda de esta manera.
Dejar pasar una situación como esta puede tener consecuencias a largo plazo para el niño, sobre su desarrollo socio emocional, especialmente sobre su autoestima. Pero, ¿cómo saber que se trata de un problema que debemos atender?
Cuando el golpe o cualquier otro tipo de agresión física se convierte casi en la única vía que tiene el niño para expresar su malestar, hay que actuar. Cuando nos llaman la atención desde el cole porque este comportamiento interfiere con su funcionamiento social o académico, hay que atender la situación. Cuando el niño tiene tiene un lenguaje desarrollado y aún así el golpe es su manera para expresar su rabia, es importante ayudarlo a entender qué está pasando, además de darle herramientas que le permitan abordar situaciones de conflicto.
¿Cuales son esas consecuencias que podrían producirse a largo plazo?
Se ve afectado su autoestima e irá desarrollando un auto concepto negativo. Será etiquetado como un niño agresivo, malo. Al ser el feedback que recibe del exterior, serán estas las palabras con que él también se describirá.
No podrá desarrollar herramientas adecuadas para la resolución de conflictos, o frente a la frustración.
Presentará dificultades para relacionarse con pares. Tratar mal a otros niños, interfiere en la posibilidad de mantener los vínculos valiosos para él, incluso llegando a ser rechazado por sus compañeros.
Aumentan los sentimientos de frustración e inadecuación. El niño se frustra al sentir que no es capaz de controlar sus impulsos, su malestar aumenta y las conductas de este tipo también.
Y si es algo que se ha mantenido o va en aumento ¿a quién debemos acudir en búsqueda de ayuda?
Cuando una situación de este tipo se mantiene en el tiempo es importante acudir a la consulta de un psicólogo infantil, ya que es la persona preparada para evaluar la situación socioemocional del niño, así como para buscar comprender su mundo interior.
¿Qué hará el psicólogo?
El psicólogo evaluará al niño y buscará entender lo que le pasa y el por qué le pasa. Además, a partir de reuniones con los padres, evaluará las dinámicas de crianza que hay en el hogar. Todo esto permitirá al niño y a los padres tener una nueva mirada sobre lo que sucede. Así, podrán tomarse medidas y trabajar con el niño sobre el malestar existente, a la vez que se trabaja con los padres sobre su rol como padres, su forma de establecer límites, sus expectativas hacia el niño, la dinámica entre hermanos, entre otras cosas.
A veces podremos trabajar con el niño principalmente, pero en otras ocasiones, el trabajo será directamente con los padres. la forma de abordar la situación se definirá a medida en que se tenga una mejor comprensión sobre lo que sucede
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