Dolores en el cuerpo y su relación con las emociones
En primer lugar, hay que diferenciar entre tres conceptos que a menudo se confunden:
• lo conversivo (que se refiere a síntomas en el funcionamiento del cuerpo sin causa neurológica pero con causa psicológica como algunas parálisis, desmayos o ciertas anestesias temporales);
• lo hipocondríaco (que es la preocupación o certeza de estar enfermo/a pero que, tras una exploración médica, no se encuentran rastros de patología);
• y lo psicosomático (donde sí hay un daño real en el tejido o en el funcionamiento de un órgano provocado o facilitado por causas psíquicas). En este post nos centraremos en esto último.
En muchas ocasiones, son los propios profesionales de la Medicina los que derivan o proponen un tratamiento psicoterapéutico cuando intuyen que lo que tienen delante es un/a paciente psicosomático/a. Si bien observan evidencias de enfermedad, el abordaje debe ser psicoterapéutico o mixto puesto que un tratamiento puramente sintomático suele producir un triunfo transitorio y es probable que el síntoma retorne de la misma manera, varíe su presentación o se traslade a otro órgano.
¿Qué es la psicosomática?
A lo largo de los años, se va demostrando cada vez más que existe una estrecha conexión entre las emociones, los pensamientos y el funcionamiento de nuestro cuerpo. La psicosomática es un área asombrosa y se dedica a investigar la relación entre el cuerpo y la mente, concretamente sobre cómo los aspectos emocionales, racionales y sociales pueden influir en nuestra salud corporal.
Algunos ejemplos comunes de síntomas psicosomáticos:
Como decimos (y aunque parezca difícil de creer), los pensamientos no elaborados y las emociones reprimidas o no expresadas pueden manifestarse como síntomas físicos de múltiples formas. Aquí aparecen solamente algunos de los más frecuentes:
• Dolores de cabeza
• Pérdida de memoria
• Alopecia areata
• Insomnio, somnolencia
• Vértigo, mareos
• Fatiga crónica
• Aftas, pupas
• Nauseas, vómitos
• Depresión del sistema inmunitario (con el consecuente riesgo de enfermar)
• Sensación de ahogo
• Afonía
• Palpitaciones o taquicardias
• Opresión en el pecho
• Infarto
• Dermatitis, psoriasis, vitíligo
• Tensión muscular, contracturas
• Disfunciones sexuales
• Úlceras gastroduodenales
• Problemas de digestión
• Colon irritable
• Hemorroides
¿Cuáles son los posibles factores psicológicos y emocionales involucrados?
Las emociones desempeñan un papel crucial en la psicosomática. La imposibilidad para reconocer los afectos (denominada alexitimia) o el intento de no entrar en contacto con sentimientos de tristeza o de ira, por ejemplo, pueden generar respuestas físicas en el cuerpo que, a veces, pueden tener desenlaces fatales.
Por ejemplo, la ansiedad crónica puede dar lugar a taquicardias, dificultades para respirar o multitud de problemas digestivos. Del mismo modo, una depresión puede manifestarse como fatiga crónica, continua somnolencia, dolores corporales o una disminución del apetito. Y la imposibilidad para manejar la ira puede llegar a derivar, por ejemplo, en riesgo de un accidente cardíaco. Estas manifestaciones físicas son la manera en que nuestro cuerpo revela que algo no anda bien.
Dado que, como decimos, los problemas psicosomáticos están íntimamente relacionados con la alexitimia (aunque no siempre es así), la solución, a menudo, pasa por un proceso de psicoterapia psicoanalítica que –lejos de centrarse en abordar los síntomas únicamente- se dirija a las emociones, los pensamientos y las experiencias que los sostienen. Los conflictos emocionales, los traumas y la necesidad inconsciente de autocastigo a menudo están en la base de todo este sufrimiento.