centro de ayuda psicológica

Empiezas un día como cualquier otro, te preparas para salir y cumplir con los objetivos planteados, pero de golpe te invade un sentimiento de miedo y malestar intenso, todo pasa muy rápido y en segundos comienzas a temblar, tener sudoración y palpitaciones. Una presión inmensa te aprieta el pecho y no te deja respirar, temes que en cualquier momento vas a perder el control de todo, desmayarte o incluso morir. Luego de unos minutos todo parece regresar a la normalidad, vuelves a conectar contigo mismo, pero sintiéndote confuso, indefenso y aterrado de que algo así pueda volver a pasar.

Si alguna vez has tenido un episodio parecido, donde cuatro o más de estos síntomas aparecen súbitamente, sin motivo aparente y pocos minutos de duración, es muy posible que hayas sufrido un ataque de pánico o crisis de ansiedad. Cada vez estas crisis son más comunes entre las personas, pero aún se cuenta con poca información que nos ayude a entender por qué ocurren y qué expresan. Al ser sus manifestaciones en mayoría síntomas corporales, solemos primero consultar al médico, y sólo al descubrir que nuestro cuerpo funciona perfectamente, es cuando empezamos a preguntarnos si puede sera algo psicológico.

Los ataques de pánico o crisis de ansiedad suelen aparecer cuando estamos a punto de tomar una decisión importante, de asumir nuevos roles o responsabilidades (el paso de adolescente a adulto, maternidad o paternidad, jubilación, etc.) o plenamente embarcados en un proyecto o proceso significativo. Por esto, tienden expresar la angustia surgida por cambios en nuestra situación vital más que por un hecho puntual. Situaciones que aún no se han logrado significar o entender plenamente, y que ponen en juego un gran monto de emociones complejas.

De acuerdo a una teoría existente, todos contamos con un “sistema de alarma” que nos permite anticipar peligros o amenazas externas y salvaguardar nuestra integridad; emite pequeñas dosis de angustia que nos mantienen preparados para escapar o atacar. En los ataques de pánico, este sistema de anticipación entra acción sin que realmente exista una amenaza exterior real, lo que se prueba al no poder explicar por qué sentimos tal grado de ansiedad. En estos casos, aparece la angustia ante una sensación de peligro interno causado por emociones intensas a las que no hemos logrado dar significado o relacionar con algo concreto, que no se han podido expresar de forma adecuada e irrumpen con total intensidad a nuestra conciencia.

Durante una crisis de ansiedad, al reinar los síntomas físicos y la angustia, es poco lo que se puede hacer. Lo mejor, es poder reconocer este tipo de episodios y recordar que en pocos minutos todo pasará. Si estas en un lugar público mantén la calma, intenta ir a un espacio más apartado donde puedas pasarlo, sin huir desesperado del lugar. Si estas acompañado, es bueno que un amigo o familiar esté contigo, sin que una multitud de gente intente ayudarte a la vez. Concéntrate en mantener la respiración lenta y profunda, evitando así la hiperventilación y la invasión de pensamientos negativos. Sin embargo, luego, sí es importante tratar de entender por qué ha ocurrido y cómo poder evitar que vuelva a suceder. Es en este momento, cuando la ayuda de un profesional (psicólogo clínico) es una gran herramienta de apoyo, que permite iniciar un trabajo de construcción y entendimiento de nuestra historia, de descubrir el significado de nuestras experiencias vitales. En estas fechas, cuando terminan las vacaciones, volvemos a nuestras rutinas y, además, comenzamos un año nuevo; en que la necesidad de querer abarcarlo todo, cambiar nuestros hábitos de la noche a la mañana y borrar las frustraciones del año pasado, pueden generar la combinación perfecta para que estos síntomas de ansiedad aparezcan o se intensifiquen,dejándonos totalmente paralizados.

Es importante entender que, como en todo proceso de introspección, toma su tiempo y no existen soluciones mágicas. Plantear metas a mediano y largo plazo, puede evitar la urgencia de un pedido de cura rápida, y darnos el camino de rescatar nuestro proyecto vital.

Entrada anterior
¿Migraste y crees haber perdido el rumbo?
Entrada siguiente
Migrar: 4 herramientas para manejar la llegada a un nuevo país